jueves, 15 de enero de 2015

El Dilema del Joven Horst



///Hoy sigo con el reciclaje, en este caso con un primer microrrelato sobre Horst Gottbauer. Horst es un personaje que aparece en muchos de mis cuentos. Siempre es un Teólogo, a veces de países que existen, otras de lugares imaginarios. En algunos cuentos solo aparece mencionado, en otros es el protagonista. Siempre es teólogo, pero a veces alguna de sus aficiones le permite meter su nombre (feo apropósito) y apellido (teológico) entre las líneas concebidas para otros.
En este cuento corto vemos como Horst se enfrenta a un dilema y lo resuelve de forma racional y empírica, una de las cualidades que le hará resaltar desde muy joven en el campo de la Teología (he hecho cambios y correcciones en el cuento ya que era un borrador, tantos que hasta le he cambiado el título)///
El Dilema del Joven Horst

Se encontraba Hosrt en un momento complicado de su vida. Con dieciséis años esa complicación estaba magnificada, claro está. Algunos dirían que no se encontraba para nada en un momento complicado, sino que se encontraba en un momento y su edad lo complicaba. Pero, para mí, como amante de la subjetividad del individuo, creo profundamente en lo complicado de su momento. Pero dejémonos de discusiones metafísicas, que para ello existen los pedantes, y movámonos hacia el planteamiento del problema. 

Horst tenía que decidir a qué instituto ir. Tenía dos opciones: la Sterreichschule, cuya máximo atractivo era el hecho de que las clases eran mixtas (piensen que estamos hablando de un tiempo en el cual eso era totalmente atípico), y el Gottnasium, el lugar en el cual podría iniciar sus deseados estudios de teología a una edad temprana, ahorrándose tiempo, que él consideraba lo más valioso de la existencia. Aunque pueda que parezcan dos opciones contradictorias, no lo eran en la cabeza de Horst, cuyo hemisferio izquierdo estaba dominado por pensamientos sobre el sexo de los ángeles y el derecho por el sexo, puro y duro, sin ángeles (aunque en algunas fantasías masturbatorias esta distinción se difuminaba durante algunos minutos). Así que Horst decidió que dado que ya disponía de suficientes conocimientos teológicos, debía empaparse de feminidad para tomar una decisión informada.

Con esa idea en mente, hizo lo que todo adolescente de su tiempo y lugar haría. Fue a un prostíbulo, dónde después de gastar sus ahorros de dos meses, disfrutó del contacto femenino durante 45 segundos. Después de este casi minuto seguido por una carcajada de la prostituta de turno (que él acabó de comprender) se decidió por asistir a Gottnasium.

No hay comentarios:

Publicar un comentario