martes, 25 de agosto de 2015

Diario del último verano (I)



Empiezo: “Me encontré con el Apocalipsis una noche de verano. Ahora, muerto en vida, la franja de sol plateada que el Sol ha pintado en el mar me hace intuir que he elegido el Paraíso. Vivo muerto entre muertos vivientes. Mi tribu es la de los vivos muertos. Lo sé porque yo viví el Apocalipsis una noche de verano”.

Continúo yendo a unas líneas escritas antes de descubrir que el mundo había acabado, que tienen algo de oráculo, tanto por lo que dicen como por su rápido aborto. Solo dos líneas, escritas en el papel blanco de la libreta. Parece ser un inicio de poema. Un poema abortado, un poema que iba a ser malo y decidió no ser. Un perfeccionista suicida. Allá va:

Te saludo, diciéndote
“Soy antemosaico

Acabo con unas líneas escritas el miércoles 13 de Agosto, en Son Real, Mallorca. Están escritas después del Apocalipsis. Puede que eso explique todo:

Cormorán.
Desnudo.
El mar contra las rocas suena a tubería por desatascar.
El Sol ataca a mi piel.
Las hormigas atacan a nuestro campamento.
El Sol a mis espaldas me convierte en un Atlas, un Atlas a la parrilla.

Más sobre el Apocalipsis mañana. Hoy ya no parece verano y me puedo permitir el lujo de olvidar momentáneamente que viví el Apocalipsis una noche de verano.

lunes, 24 de agosto de 2015

Klangfestival (Parte 1)



Gallneukirchen es un pueblo cercano a Linz (capital de la Alta Austria, tercera ciudad de Austria) de 6.200 habitantes. El estar rodeado de bosques y praderas que suben en pendiente le da una cierta belleza, que contrasta con lo poco interesante (y a veces feo) de la arquitectura del centro. Además de servir de pueblo dormitorio para gente que trabaja en Linz, es un lugar de referencia austríaco para proyectos de integración social para personas con problemas psicofísicos.
También es dónde se crió Teresa, mi novia. Las visitas a la casa de su madre se han convertido en habituales desde que vivimos aquí, ya que siguiendo el consejo de Thomas Bernhard, un fin de semana en el campo ayuda a sacar de la cabeza todos los estímulos que  ofrece una gran ciudad como Viena. Aunque también siguiendo su consejo, no solemos quedarnos mucho más ya que demasiado tiempo en el campo puede “ablandar el cerebro”.

 Vista de los alrededores de Gallneukirchen 

Ese sacar estímulos y la tranquilidad de la vida campestre me han ayudado a empezar muchos proyectos aquí, y a escribir con una tranquilidad difícil de encontrar en la ciudad. Pero esto es una crónica musical y nuestro objeto de estudio es el Klangfestival. Empezado el año 2008, es un festival de música progresiva y experimental que se lleva a cabo en una antigua granja reconvertida en centro cultural. Por ello, mi camino hacia allí desde mi campo base (casa de mi suegra) implicó cruzar un prado minado por grises y enormes cacas de vaca. Una vez llegado allí, después de saludar a unos cuantos amigos, pude comprobar la gratuidad del festival y el buen precio de la cerveza.
¿Quién va al Klangfestival? Por lo que pude observar, se trataba mayoritariamente de neo-hippies, modernos de provincias y votantes subjetivos de Los Verdes. Un ambiente agradable, abierto y sin pizca de esnobismo. No sé aún hasta qué punto de desmadre llega el público, ya que me fui pronto para hacer compañía Teresa, enferma, aunque no creo que el tipo de música lleve a grandes y míticas borracheras, ni que sea la mejor idea para muchos de los asistentes ya que sus padres (o amigos de sus padres) se encuentran entre los asistentes. 

Pude ver a tres grupos, GIS Orchestra, CHRA y a Katharina Ernst & Kazuhisha Uchihashi. Las notas que transcribo fueron hechas después de verlos, aunque debo confesar que no me quedé en todo el concierto de ninguno de ellos, por lo que mi capacidad de crítica o análisis está limitadísima.

GIS Orchestra: una máquina de música postmoderna, un director panóptico que presiona a las teclas/músicos. Un después de la orquesta clásica pasado por el tamiz del Acid Jazz, la improvisación y todas las vanguardias habidas (¿Y por haber?). Ruido dirigido, melodía velada, momentos de gran crescendo junto a minimalismo vocal/batería. Creo que eran unos diecinueve músicos (3 saxofones, 4 voces, 4 baterías, 3 en máquinas, 3 gruitarras, 1 contrabajo, 1 teclado) y un director. Visualmente la experiencia era de los más interesante, viendo como el director indicaba tanto quién debía tocar y cómo quería que se tocase. Una metáfora musical y escénica del capitalismo post-industrial, en que aunque haya lugar para la improvisación, el director siempre nos acabará haciendo actuar.

GIS Orchestra y su panóptico director
CHRA: la sala oscura, el público sentado en el suelo, alguno echado. La artista se nos presenta en un escenario iluminado en azul, aunque la iluminación acentúa la oscuridad de la sala. Ese azul es roto por el blanco de un Mac, la manzana del pecado digital (Turing la mordió, ¿Venganza de una Eva despechada?) como elemento central. La música, ambiental, total, submetisva, lleva a una nueva eucaristía. Un momento de reflexión activa en el contexto de la pasividad del espectador. Es música para el final de los tiempos, podría sonar perfectamente en una de esas clínicas suizas de suicidio asistido. Es música para un apocalipsis con jinetes cyborgs, más Minority Report que Terminator, donde podemos ver al hipster como agente del FIN.

CHRA en plena eucaristía digital
Katharina Ernst & Kazuhisha Uchihashi: puede que esté influido por el discurso precedente pero este combo (¿puntual?) muestra la realidad autorreferencial de la actualidad neocapitalista. Por un lado, la maestría técnica de ambos artista (él, guitarra, pedales y daxófono; ella, batería), por otro, el popurrí de sonidos que encontramos en sus piezas, que van desde el metal a un sonido 100% experimental, del surf a una ópera rock minimalista. Experimentación y ejecución perfecta se encuentran en este combo, lo mejor que escuché  en la primera noche del Klangfestival. Solo añadir que es indicativo de la tradición japonesa por la perfección la capacidad de Kazuhisha para combinar pedales e instrumento en el acto, con una visceralidad educada, es decir, con muchas horas de práctica previas. ¿Puede ser que esto sea el futuro? Híper-arquitectos moleculares súper-formados construyendo mundos parecidos pero con mínimas y fugaces diferencias. Parpadeos como degustaciones, dinámicas de explosión controlada. Creo que la música de este combo nos recuerda que en nuestro presente post-apocalíptico puede existir un limbo entre los ya inevitables cielo e infierno.

El combo en plena muestra de su talento
Y aquí acaba la primera parte de mi crónica del Klangfestival, lugar que abandoné mientras aún tocaban el japonés y la austríaca, con una chaqueta protegiéndome del frío de la noche veraniega austríaca y pidiendo a los dioses que no permitiesen que pisase una mierda de vaca al cruzar el prado de la granja en la oscuridad.

sábado, 22 de agosto de 2015

Reentré



Después de tener el blog abandonado durante un tiempo me he decidido a volver a escribir con cierta periodicidad. Solo decir que durante silencio he seguido escribiendo y espero en no mucho presentar novedades interesantes.
 
Dejando de lado las historias, que se irán publicando, mi objetivo para esta reentré es diversificar lo que se publica, añadiendo más posts en forma de entrada de diario, algo de crítica literaria, alguna colaboración de amigos…

El trabajo arqueológico en mi ordenador, que ayudó a que el blog se llenase de posts sin mucho esfuerzo, ya no da más de sí. Pero también estoy decidido a buscar por la red algo escrito con 17 o 18 años, vergonzosamente malo, para compartirlo. En ese acto de exposición total radica un grito de mea culpa, una flagelación por los pecados de (más)juventud. Solo con la aceptación de nuestras debilidades podemos seguir débilmente mejorando.

Y eso es todo amigos. Empezaré estos días con una crítica musical (que como mucho de lo que hago acaba no siendo lo que dice ser) sobre el Klangfestival, festival de música experimental que tuvo lugar en el pueblo de Gallneukirchen entre el 21 y el 22 de Agosto.