Escribí: “He
pensado en una mujer que decide que es un ultraje a sus creencias eso de que
“todos los copos de nieve son diferentes”. Ella cree en la dualidad, en la
existencia de un doppelgänger para
todos y para todo. ¿Qué hará para demostrar al mundo lo muy insultada que se
siente? “
Esta es la
historia de la mujer que decidió que todo se solucionaba con violencia. Antes
de empezar a matar leyó mucho. Estuvo a punto de creerse las palabras de
Gandhi, pero acabó por ver que eran una gran mentira. Esta es la historia de la
famosa asesina del hielo. La inventora de la pistola congelante y los robots
que la utilizaban, conocida por la prensa anglosajona como Ms. Freeze, la Sra.
Frío para los medios hispanohablantes. La mujer que decidió que si cada copo de
nieve era diferente, si esa era la verdad última, si el doppelgänger no iba a existir como constante universal, ella iba a
convertir a la humanidad en copos de nieve.
Copos de nieve
gigantes, expuestos en un museo del frío sito en Huesca, dónde ni la policía ni
el ejército pudieron penetrar ya que los rayos congelantes anulaban a soldados,
tanques y aviones. La fortaleza que obligó a desalojar a más de cinco mil
personas de sus casas cuando la ONU decidió que ante el peligro e inseguridad
que los actos terroristas (fríamente calculados) debían acabar. Ese lugar de
Huesca que ahora es un punto negro en el mapa, el primer y único ataque nuclear
a un estado que el mismo estado ha aceptado. Uno de esos hechos que quedarán
tanto en la memoria de la gente como del paisaje.
Los robots
congeladores de la Sra. Frío convertían en estatuas de hielo a una media de
cinco personas al día. Después de lanzar a sus víctimas el mortal rayo, volvían
volando a la fortaleza y no dudaban en congelar cualquier obstáculo que se
interpusiese en su camino. 5.345 personas murieron a manos de los robots
controlados por la vengativa mujer. “Cinco, tres, cuatro, cinco, congelados
pero no olvidados”- cantan cada año los manifestantes anti-Sra. Hielo en
celebración del ataque nuclear que acabó con su reino de terror.
Frustración ante
una realidad inalterable, genialidad técnica y una enorme herencia familiar
convirtieron a una investigadora del CSIC en la enemiga número uno de la
humanidad. Ya se han escrito muchísimos libros y artículos sobre los hechos,
hasta llegar al punto en que desde la academia se habla del subgénero de “Freezelit”
por la cantidad de volúmenes dedicados a la cruel española.
No puedo sino
acabar esta historia con las palabras de Enrique Vila-Matas leída en un artículo
publicado el 23 de Julio del 2018 en el periódico El País: “Si la muerte de
Hitler se consiguió con una sangría medieval y la de Bin Laden con una
precisión quirúrgica, la muerte de la Sra. Frío parece corroborar la teoría del
eterno retorno de Nietzsche”
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