domingo, 31 de enero de 2016

Imágenes del fin del mundo (I)



Un compañero de trabajo que se ha vuelto loco me explicó que el mundo de había acabado en 2012 y que nadie se ha dado cuenta. Me prometió enviarme una serie de textos hindús y mayas que demostraban su teoría. Aproveché que tenía que ir a revisar una de las máquinas troqueladoras (véase Maschinenqualitätsbericht #20678, disponible en la base de datos de la fábrica de cajas de cartón dónde me gano el pan) para no darle ningún dato de contacto. Por ello no dispongo de una base bibliográfica que confirme la teoría de mi muy ido Arbeitskollege

Aun así, después de la alucinada declaración he vivido (o más bien visto) tres experiencias que podrían confirmar la hipótesis del chalado:

1)      Volviendo a casa en metro, después de tomarme un par de cervezas, un grupo de jóvenes salen del vagón con un potente altavoz y cantando a voz en grito. No suena hip-hop, no son punkis, no son chungos maquineros. Son una chavalada con camisas y mocasines ellos, ellas con mayor diversidad en la indumentaria, que seguramente marchan hacia una discoteca de moda. Y escuchan a Britney Spears, concretamente el clásico moderno “Baby one more time” (Universal, 1999). 

2)      Leo que los refugiados han de dar parte de sus pertenencias al entrar a algunos países de Europa. En vez de un paraíso, de un remanso de paz y descanso después de una ardua travesía,  de una salvación para aquellos que huyen de la miseria y la; Europa se convierte en el Hades y sus funcionarios en Carontes pidiendo un óbolo a las almas en pena. 

3)      Hay gente que desayuna kebabs en el tren de cercanías a las 7:15 AM.

Con estas tres imágenes de fuego y destrucción, o más bien post-apocalípticas al estilo Mad Max ya que la tesis aquí es que el mundo lleva finiquitado cuatro años, uno tiende a refugiarse en el pasado. Por ello comparto con mis improbables lectores un video de una bonita canción de Franz Liszt titulada Liebestraum, porque como dice Zizek el amor es la fuerza más grande del mundo (apocalíptico o no). ¡Ah! Y no dejen de admirar la elegante belleza del compositor húngaro.