Un hombre joven y
fuerte
Como pueden observar soy un hombre joven y fuerte. Creo que
soy uno de los más importantes hombres jóvenes y fuertes que existen. Eso se
debe a mi larga experiencia como tal. ¡Más de cincuenta años siendo fuerte! Y
lo que es más relevante para mi distinguida posición ¡Más de cincuenta años
siendo joven!
Yo sé que algunos de ustedes dudarán de mí. ¿Cómo puede decir
este joven que es fuerte? Yo de verdad que quería demostrarlo. Se lo prometo.
Esta tarde, antes de salir de casa para asistir a este distinguido evento, he
agarrado mi piedra de trescientos kilos y me disponía a traerla conmigo para
demostrarles a ustedes mi hercúlea naturaleza. Pero justo cuando abría la
puerta me ha venido una duda. Yo uso el autobús (los jóvenes no nos podemos
permitir coches), y se sabe que una piedra de trescientos kilos no se puede
sentar o dejar en el suelo. No, uno debe acarrearla. ¿Pero qué pasa si el
autobús, por un motivo u otro, está lleno? Ya me veía a mí, molestando a
ancianas y madres con mi piedra de trescientos quilos. Porqué como ustedes
saben, a un anciano o a un padre, un hombre joven y fuerte acarreando una
piedra de trescientos quilos en el autobús no les molesta; les intimida.
Así que aquí estoy. Sin piedra para demostrarles mi fuerza.
Ya sé que alguien en el público estará deseando en su interior retarme a un
pulso. Pero debo avisarles que no lo conseguirá. Soy un pacifista convencido.
Un hombre sólo puede ser joven y fuerte durante cincuenta años si reniega de la
violencia. Un hombre joven y fuerte violento no tiene ante sí una larga carrera
como tal. Un hombre violento acaba en peleas o guerras. Y como sabrán ustedes,
morir a consecuencia de ellas es fácil. O
lo que es peor, lesionarse y no poder entrenar más y entonces dejar de ser
fuerte. Eso nunca me lo perdonaría yo. ¿Cómo creen que me podría presentar ante
ustedes como un hombre longevamente joven y fuerte si hubiese sido violento? Yo
puedo contestarles. Sería imposible.
Ahora que les miro bien, veo que tampoco son un público tan
distinguido. En sus ojos noto el ansia por conocer el secreto de mi larga
juventud. Lo puedo entender, pero si supiesen lo sencillo que es... Comparado
con las largas horas de entrenamiento para ser fuerte, es pan comido. Y es más, viendo la condición física de algunos de
ustedes, podría dedicar toda mi presentación a explicarles detalladamente mi
tabla de ejercicios.
Pero me debo a a mi público. Sólo pagan el precio de la
entrada para saber el secreto de mi juventud. Ajos con huevos. Aquí se lo dejo.
Dicho está. Batido matutino de ajos con huevos. Tres dientes de ajos y dos
huevos. Y de un trago. Les debo confesar que el batido de ajos con huevos es
uno de los brebajes más asquerosos inventados por la humanidad. Vomitivo. Y
piensen que llevo más de cincuenta años levantándome y acto seguido tomando tal
inmundicia. Arcadas matinales a cambio de juventud eterna.
Y también soledad conyugal. ¿Quién quiere casarse con un
hombre cuyo aliento hiede por voluntad propia? Si alguien quisiese sería un
loco o una loca. Y, debo confesar, que si hay algo que deteste más que la
violencia es la locura. No puedo con esos alucinados. Es más, me repugnan casi
al mismo nivel que el batido de ajos con huevos. Y no les digo nada de las
personas que se acercan, hablan o escuchan a los locos. Sencillamente, los
desprecio.
En definitiva, creo que mi distanciamiento de los mentalmente
enfermos también me ha ayudado a mantenerme así durante más de cincuenta años.
Un hombre joven y fuerte.
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