lunes, 20 de octubre de 2014

Un hombre joven y fuerte

Este monólogo lo escribí para José Luis, maestro de aventureros y actual lector voraz de a "À la récherche du temps perdu", y tuve la suerte que se representase en la Velada del Campanario, uno de los grandes eventos teatrales secretos y casi intangibles de Barcelona. Dejo también colgado el vídeo de la representación!



Un hombre joven y fuerte

Como pueden observar soy un hombre joven y fuerte. Creo que soy uno de los más importantes hombres jóvenes y fuertes que existen. Eso se debe a mi larga experiencia como tal. ¡Más de cincuenta años siendo fuerte! Y lo que es más relevante para mi distinguida posición ¡Más de cincuenta años siendo joven!

Yo sé que algunos de ustedes dudarán de mí. ¿Cómo puede decir este joven que es fuerte? Yo de verdad que quería demostrarlo. Se lo prometo. Esta tarde, antes de salir de casa para asistir a este distinguido evento, he agarrado mi piedra de trescientos kilos y me disponía a traerla conmigo para demostrarles a ustedes mi hercúlea naturaleza. Pero justo cuando abría la puerta me ha venido una duda. Yo uso el autobús (los jóvenes no nos podemos permitir coches), y se sabe que una piedra de trescientos kilos no se puede sentar o dejar en el suelo. No, uno debe acarrearla. ¿Pero qué pasa si el autobús, por un motivo u otro, está lleno? Ya me veía a mí, molestando a ancianas y madres con mi piedra de trescientos quilos. Porqué como ustedes saben, a un anciano o a un padre, un hombre joven y fuerte acarreando una piedra de trescientos quilos en el autobús no les  molesta; les intimida.

Así que aquí estoy. Sin piedra para demostrarles mi fuerza. Ya sé que alguien en el público estará deseando en su interior retarme a un pulso. Pero debo avisarles que no lo conseguirá. Soy un pacifista convencido. Un hombre sólo puede ser joven y fuerte durante cincuenta años si reniega de la violencia. Un hombre joven y fuerte violento no tiene ante sí una larga carrera como tal. Un hombre violento acaba en peleas o guerras. Y como sabrán ustedes, morir a consecuencia de ellas es fácil. O  lo que es peor, lesionarse y no poder entrenar más y entonces dejar de ser fuerte. Eso nunca me lo perdonaría yo. ¿Cómo creen que me podría presentar ante ustedes como un hombre longevamente joven y fuerte si hubiese sido violento? Yo puedo contestarles. Sería imposible.

Ahora que les miro bien, veo que tampoco son un público tan distinguido. En sus ojos noto el ansia por conocer el secreto de mi larga juventud. Lo puedo entender, pero si supiesen lo sencillo que es... Comparado con las largas horas de entrenamiento para ser fuerte, es pan comido. Y es más,  viendo la condición física de algunos de ustedes, podría dedicar toda mi presentación a explicarles detalladamente mi tabla de ejercicios.

Pero me debo a a mi público. Sólo pagan el precio de la entrada para saber el secreto de mi juventud. Ajos con huevos. Aquí se lo dejo. Dicho está. Batido matutino de ajos con huevos. Tres dientes de ajos y dos huevos. Y de un trago. Les debo confesar que el batido de ajos con huevos es uno de los brebajes más asquerosos inventados por la humanidad. Vomitivo. Y piensen que llevo más de cincuenta años levantándome y acto seguido tomando tal inmundicia. Arcadas matinales a cambio de juventud eterna.

Y también soledad conyugal. ¿Quién quiere casarse con un hombre cuyo aliento hiede por voluntad propia? Si alguien quisiese sería un loco o una loca. Y, debo confesar, que si hay algo que deteste más que la violencia es la locura. No puedo con esos alucinados. Es más, me repugnan casi al mismo nivel que el batido de ajos con huevos. Y no les digo nada de las personas que se acercan, hablan o escuchan a los locos. Sencillamente, los desprecio.
En definitiva, creo que mi distanciamiento de los mentalmente enfermos también me ha ayudado a mantenerme así durante más de cincuenta años. Un hombre joven y fuerte.




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