Escucho obsesivamente 3 canciones
estos últimos días. La primera es “Amame, soy un liberal” de Nacho Vegas, que
resulta ser una versión de la canción “Love me, I’m a liberal” de Phil Ochs
(cantautor americano que desconocía. Su corta página de Wikipedia en español
indica que se suicidó un cinturón en 1976. Lo mejor de ello es que es párrafo
final, de tres, en que la frase es simple y contundente “Murió en 1976 cuando
se ahorcó con un cinturón”. A partir de esta frase se podría crear un
nuevo género de literatura involuntaria, denominada “Wikinoir”).
Después de esta canción política,
que creo que es uno de los retratos más lúcidos de ese “nuevo liberalismo”
creado por ex-maoístas y sustentando en figuras como la de Ridruejo y de la
Cierva, me pongo a escuchar “El lobo” de Wganda Kenya, grupo creado por Discos
Fuentes en los sesenta en Colombia y liderado por Fruko.
La canción en sí es simple, ya que repite constantemente “esta es la canción del
lobo”, pero la introducción parece dadaísmo tropical. Este es mi intento de
transcripción:
Ye’ta é la canción.
La última película.
Cantado por los
peleles (¿?).
Quisiera de irme pero
no puedo.
Letra.
Letra.
Letra.
Ye’ta é la canción
del lobo.
Y luego viene lo tropical, lo
negro, lo antillano, sangre, sudor y mosquitos. ¿Hay lobos en Colombia?
La última de mis obsesiones
musicales es el “Walz No.2” de Dmitri Shostakovich , que sirve como tema
central para la última película de Stanley Kubrik “Eyes Wide Shut”. No sé
hablar de música clásica con propiedad, ya que soy un ignorante. Pero dentro de
mi esquizofrenia musical esta canción tiene un efecto cortina, como en una obra
de teatro entre acto y acto.
Mi teoría sobre la muerte de
Kubrick es que éste se suicidó antes de tener que soportar preguntas de
periodistas en el año 2001. Creo que no necesito decir más.
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